.

No quiero que nadie confunda esto con muchos de los otros blogs que hay que invitan a que uno quiera ser anoréxico o bulímico. Yo solo intento contar lo que no he podido contarle a nadie. Todo el mundo te juzga hagas lo que hagas, y preferiría poder desahogarme en un lugar donde pudiera ser yo misma sin necesidad de temer a cambio unos comentarios críticos del resto de la gente.
No creo que yo sea capaz de atraer a alguien al mundo de Ana y Mia, pero en el caso de que suceda, lo lamento, pues no era mi intención. Solo intento demostrar que esto puede parecer atractivo para gente descontenta con su cuerpo visto desde un punto de vista externo, pero si lo vives en primera persona, las cosas cambian.

No dejes que se apodere de ti.

No dejes que se apodere de ti.
Tú vales más que una imagen.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Hace un tiempo alguien escribió un comentario pidiendo que intentara escribir algo que no tuviera nada que ver con la anorexia y la bulimia.
Pues eso... la verdad es que me hizo pensar. Y aquí dejo el resultado.
Espero que os guste.
______________

Él corre hacia el bosque. Es un lugar sombrío en el que hace tiempo que nadie se atreve a entrar. Emana un aura oscura de sombras y sólo su mera visión hace que un escalofrío ronde por el cuerpo. Está lleno de árboles de color marrón putrefacción y hojas secas. La luz solar se pierde entre las ramas de la muerta vegetación y no roza la tierra. Es tenebroso, pero a él no le importa. Algo le está llamando.Sus largos pasos atraviesan la hierba del prado. Algunas flores mueren a sus pies aplastadas, algunos insectos alzan el vuelo molestos por el movimiento, algunas personas que pasaban por allí se le quedan mirando, atónitas por el destino al que se dirige. Pero él no se percata de nada. Solamente es capaz de pensar en la necesidad que siente de ir hacia ese inhóspito lugar.Las plantas se marchitan conforme se acerca. Una neblina nace poco a poco y va impidiendo la perfecta visión, pero no teme extraviarse. Sabe perfectamente cuál es el camino a pesar de no haberlo tomado nunca. Algo le está llamando.Comienzan a aparecer troncos de árboles decorados con enredaderas y zarzas que se clavan en su piel hasta que brote sangre. Se ha adentrado en el bosque. Es probable que no salga ileso de un sitio como aquel. Es probable que no logre salir de allí.La niebla es ahora casi palpable, de un color más cercano al negro que al blanco, que le deja a ciegas completamente. Choca, cae, se golpea, pero siempre continúa sin lamentarse. Algo le está llamando.Tajos abren su piel y su ropa, barro se acumula en sus zapatos y los bajos de sus pantalones, el pelo castaño se le ensucia y sus ojos se cierran porque el ambiente parece tóxico y los hace llorar. Corre, esquiva los pocos obstáculos que ve venir y tropieza o arrolla los otros tantos que le pillan desprevenido. Ramas que bloquean su camino intentan agarrarle para que no pueda avanzar. Piedras que hacen que se derrumbe y nazcan más heridas en su cuerpo. Charcos que resbalan y hunden sus piernas para dificultar su paso. Pero no son suficiente para pararlo. Algo. Algo le está llamando. Y tiene que acudir. Sabe que no son imaginaciones suyas, sabe que está a punto de cambiarle la vida. Sabe que será la solución de sus problemas, que por ello merecerá la pena cualquier sacrificio.Pero llega un momento en el que tropieza y no consigue levantarse. Tiene moretones, cortes, por todo el cuerpo. Sus pulmones están encogidos y agotados, e intentan hacerse con el aire que necesitan con una respiración acelerada. Puede notar todo el contenido que su corazón bombea a través de sus venas. Tiene la garganta helada y con un regusto a sangre desagradable. Le duelen los huesos.Él oye algo. Algo que se aproxima. Abre los ojos castaños aun conociendo la existencia de la ponzoñosa niebla e intenta incorporarse. Tras varios intentos, lo logra con la ayuda de un árbol cercano del que no puede soltarse porque caerá.Escucha como el sonido de unas pisadas se acerca cada vez más. Podría ser cualquier cosa, cualquier animal hambriento decidido a matarlo. Pero por alguna razón, él sabe que no es nada que se le asemeje. Logra ver mejor por momentos, bien porque sus ojos se acostumbran a la presencia del aire envenenado o porque está desapareciendo. Distingue todo lo que hay a su alrededor: el suelo húmedo y pantanoso, los torcidos troncos cuyas copas no deja ver la oscuridad, numerosos arbustos de bayas comestibles… Y una sombra que camina hacia él.Es demasiado grande para ser cualquier ser salvaje conocido, y demasiado pequeña para un hombre. Algo… algo que le llama. En la penumbra aparece. Una chica de su misma edad, igual de débil que él. Su vestido negro ha acabado tan mal o peor que sus propios ropajes, sus piernas han sido víctimas de los cuchillos de los árboles. Y a pesar de que su cuerpo ha sido maltratado, su mirada verde sigue viva, un fuego que arde entre las cenizas. Sonríe. Le duelen todos los músculos al hacerlo, pero él le sonríe.
Ella le llamaba.Ella era lo que estaba buscando

domingo, 21 de noviembre de 2010

.

Hace mucho que no escribo. ¿Que por qué? Ingreso voluntario.
Pero no quiero hablar de eso.
Me gustaría ser positiva. Un poco otra vez.

Me gustaría recordar que esto es como el vuelo de un pájaro. Hay que lanzarse para poder saber si puedes o no volar. Si puedes o no conseguirlo.
Hay pájaros que caen de sus nidos. Pero yo he visto infinitos más volando.

Me gustaría decir que esto te envenena por dentro, y aquel que pueda detenerse, que lo haga. Con cada latido, con cada ayuno, esto se hace más fuerte.
Sin embargo, no es más que una voz. Realmente, lo que tú estás haciendo es obedecer órdenes, hundirte por insultos, o tener en cuenta cosas que una vocecita dice en tu mente. Somos nosotras quienes nos autodestruimos por un bicho que vive en nuestro subconsciente.
Pero ese bicho es como el sonido. Puede ser más o menos fuerte. No podemos subir o bajar el volumen a nuestras anchas, pero podemos ignorar poco a poco lo que dice.
Al fin y al cabo, no es más que ruido. Un ruido que es tan insignificante que nos necesita para existir. Un ruido al que no voy a dejar vivir dentro de mi cabeza.
.
.
.
COSAS QUE ME VOY A PERDER SI CAIGO EN ESTO:
  • Casarme.
  • Encontrar trabajo.
  • Ir de cena a un restaurante romántico con esa persona.
  • Tener hijos.
  • Ser anciana y ver todo lo que he vivido.
  • Estar orgullosa de ser yo y de lo que he hecho.
  • Comerme la tarta de mi 18 cumpleaños sin remordimientos.
  • Comprarme mi propio piso.
  • Pelearme con mi novio por el modelo o color de coche.
  • Mirarme al espejo nada más levantarme y, a pesar de tener unas pintas horribles, pensar que soy la más bonita del universo.
  • Ver como mi hermano se gradua.
  • Encontrar un trébol de cuatro hojas.
  • Ver una puesta de sol en la playa en mi luna de miel.
  • Comprarme un peluche gigante.
  • Llenar la pared de mi habitación de cosas, tantas cosas que no se sepa de qué color está pintada.

Tantas tonterías me quedan por hacer... que me planteo si merece la pena quitarme la oportunidad de poder realizarlas.

Soy demasiado jóven aún. Y probablemente, tú también lo seas.