.

No quiero que nadie confunda esto con muchos de los otros blogs que hay que invitan a que uno quiera ser anoréxico o bulímico. Yo solo intento contar lo que no he podido contarle a nadie. Todo el mundo te juzga hagas lo que hagas, y preferiría poder desahogarme en un lugar donde pudiera ser yo misma sin necesidad de temer a cambio unos comentarios críticos del resto de la gente.
No creo que yo sea capaz de atraer a alguien al mundo de Ana y Mia, pero en el caso de que suceda, lo lamento, pues no era mi intención. Solo intento demostrar que esto puede parecer atractivo para gente descontenta con su cuerpo visto desde un punto de vista externo, pero si lo vives en primera persona, las cosas cambian.

No dejes que se apodere de ti.

No dejes que se apodere de ti.
Tú vales más que una imagen.

domingo, 22 de agosto de 2010

Para variar, me gustaría escribir hoy algo positivo. No es que me sienta bien, es que no quiero estar amargada durante el resto de mi vida por una estupidez como la imagen.
Ayer llovió. Fue de esas lluvias fuertes que te calan en cuestión de segundos. Y mientras se empapaba toda mi ropa y mi pelo, me sentí libre, sin nada a lo que temer, sin problemas. Es algo propio de las películas, pero realmente, hacía mucho tiempo que no me sentía así.
Y entonces entendí que daba igual lo que pensaran otras personas si yo estaba feliz conmigo misma. Podrán llamarme loca, friki, rarita, todo lo que ellos quieran. Pero porque una panda de subnormales me juzguen y digan sin conocerme lo que creen que soy, no significa que lo sea.
También recordé el otro día. Estaba en el hospital y esperaba a que mi psiquiatra llegara para hablar conmigo. Escuché una conversación de otras personas que habían acudido allí. Se trataban de dos padres y su hija. La niña tendría sobre 8 años. Y estaba ya obsesionada con el peso. Decía que se veía gorda y que quería ser como las mujeres que salen en la televisión. La mayor preocupación que yo tenía con 8 años era si me pillaban en el escondite, pues se me daba muy mal encontrar a los demás. Ahora lo medito, y me alegro de que esto llegara a esta edad y no antes, porque podría haber arruinado mi infancia por completo. Todo es muy sencillo cuando eres niño. Y lo lamento por esa chica que no tiene ni 10 años que ahora está empezando a preocuparse por las apariencias. Me entraron ganas de levantarme de mi sitio y abrazarla. Decirle que no caiga en un pozo sin fondo, en un círculo vicioso del que cuesta mucho tiempo y esfuerzo salir. Pero no pude. Obviamente, ella se hubiera asustado de que de repente una desconocida mostrase afecto hacia ella.
Abrí los ojos y vi las grises nubes. Es tan fácil enfermar de esto y tan complicado renunciar a Ana y Mia... Es tan difícil encontrar la felicidad en algo que no tenga que ver con el peso y tan sencillo deprimirse por no ser lo suficientemente delgada.
También recordé esos maniquís que vi en una tienda de ropa. Como es verano, llevaban puestos bikinis y dejaban ver la gran mayoría de su figura. Tenían las costillas pronunciadamente marcadas y las piernas como dos diminutos palillos de dientes. ¿Cómo pretenden que cada vez haya menos gente anoréxica si cada vez la imagen de la perfección es más escuálida?
He sido estúpida por entrar en este mundo. No digo que todos los que entren lo sean, simplemente, yo admito que fue una tontería por mi parte dejarme llevar cuando sabía que había algo que no cuadraba. No tendría que haber permitido que esto llegara tan lejos. Ahora que ya estoy pensando siempre en si estoy gorda, si he adelgazado, si ahora me queda estrecho este pantalón... sé lo ridículo que es por mi parte no dedicarle más pensamientos a otras cosas con mayor importancia. He dejado de lado a mis amigas y familia solo por estar todo el día dándole vueltas a la comida, al peso, a la delgadez. Y ahora, solo ahora, cuando todo está ya casi perdido y voy a tener que luchar por volver a recuperarlo, me doy cuenta de que yo misma podría haber evitado todo esto si hubiera pensado más con la cabeza desde el principio.
Pero sé que voy a estar bien. Mientras la lluvia caía sobre mí y yo sonreía y alzaba los brazos como una imbécil, me di cuenta de que mis amigas lo comprenderían, y mi familia me perdonaría todo lo que les he hecho pasar obligándoles a acompañarme al hospital todos los martes y aguantando mis momentos de bajón y mi irritabilidad. Saldré de esto como he podido superar otros momentos malos porque tengo a gente que, aunque no todos sepan lo que me pasa, me van a ayudar.
Y me pregunté si esa niña de 8 años estaría jugando en el parque cuando comenzó a llover y ahora estaría corriendo en busca de algún lugar donde refugiarse. O estaría mirando las gotitas caer del cielo por la ventana desde su casa. Seguro que ella también tiene quien le ayude a volver a ser alguien normal y lo consigue.
A veces solo necesitamos tener a alguien alrededor que nos apoye. No tiene por qué comprendernos, no tiene por qué saber de qué estamos hablando. Basta con que nos escuche y respete lo que pensamos. Y todos podemos encontrar alguien así a nuestro alrededor.
Solo hay que buscar un poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario