Reflexiones.

El otro día pensé sobre todo lo que hemos pasado. De todo lo que podríamos haber sido y somos. Dejo un texto que escribí ese día. Espero que os guste:

"Cuando mi reflejo me mira, y veo esas costillas, que ya casi no se ven, y veo esas piernas, que se han inflado desde entonces, y mis mejillas, que ya no están hundidas, entonces pienso, que no solamente han cambiado las ideas, las mentalidades, las miradas. También ellas nos han cambiado a nosotros.

Ahora hago algo que nunca hacía. Ahora soy capaz de hundirme en mis propios ojos sin bajar la vista. Puedo leer mis labios sin insultarme. Puedo encontrar una sonrisa bonita en mi boca sin tener que forzarla.

Y sí, entonces recuerdo, y veo a una niña de mi misma edad que miraba una cuchilla con temor mientras pintaba de rojo el parqué. Una niña que observó el paisaje de un puente de la M-30 con extrañas intenciones mientras el viento conducía la lluvia de sus ojos. Una niña que ha crecido tanto que ya no es una niña, ni siquiera es el reflejo del espejo que tengo delante. Porque ella no es una imagen, ni la sangre que goteaba de su brazo, ni los coches que superaban el límite de velocidad. Ella no es una enferma más, ni una sadomasoquista, ni un bebé que nunca ha llorado, ni una araña, ni un inmenso detallismo, ni una piruleta, ni un arcoiris, ni la luz parpadeante de una farola, ni una pared manchada de humedad, ni un punto final, ni un cielo nublado, ni una flor de colores, ni un avión de papel, ni un cuadro por terminar, ni un escondrijo, ni un huevo a punto de eclosionar, ni una tuerca perdida de un juguete, ni una película recién estrenada.

Es ella. Y punto."

Creo que tenemos que aceptar a ser tal y como somos antes de comernos el mundo. Porque somos lo más bonito que vamos a tener.
No dejes que todo sepa agrio en tu boca por culpa de unos complejos.

Ríe. Llora. Vive.
Sé feliz.